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MI VIEJA AMIGA, LA CORREA


De seguro extrañas muchas cosas de tu niñez, pero creo que la correa no es una de ellas. Aquí en Venezuela, es parte de nuestras raíces esta cultura de que si te portas mal, con seguridad llevarás un correazo. Cada vez que hacías algo malo, allí aparecía la correa vengativa para recordarte que debías obedecer. Incluso los padres le ponen nombres para volverla más personal; la de nosotros se llamaba “Piki”. Mis hermanos y yo siempre la escondíamos, pero no servía de mucho porque mi mamá siempre la encontraba. No somos violentos ni cavernícolas, pero es la manera en la que aprendemos a hacer caso a temprana edad, y digan lo que digan, sí funciona, lo puedo testificar. Además, tiene base bíblica, la palabra de Dios dice: “No rehúses corregir al muchacho, porque si lo castigas con vara no morirá” Proverbios 23:13; también dice: “El que detiene el castigo a su hijo aborrece, más el que lo ama desde temprano lo corrige” Proverbios 13:24. Hay muchos otros versículos en la Biblia, pero por ahora estos nos bastan para afirmar que la corrección es buena, es una ordenanza de Dios, y es necesaria.


Pero ¿por qué necesitamos esta corrección? Sencillamente porque venimos con esa maldad arraigada, porque nacemos con esa enfermedad mortal llamada pecado. Si fuéramos buenos, no tendríamos la tendencia natural a hacer lo malo, ni tampoco necesitaríamos la corrección. Así que la corrección confirma la maldad con la que venimos. El punto es que desde pequeños, aprendemos esta disciplina de nuestros padres que nos enseñan a hacer lo "correcto", es decir, a respetar sus decisiones y a las autoridades, a no decir malas palabras, ni dar malas respuestas (especialmente a los adultos), hablar con cortesía, etc. Sin embargo, muchos de nosotros en la adolescencia esperamos con ansias ese momento cuando podamos salir de ese control y de las restricciones; y como nuestros padres no pueden estar toda la vida detrás de nosotros con una correa, un buen día crecemos y a partir de allí comenzamos a tomar nuestras propias decisiones. Listo! ya somos libres de la disciplina! pero no es así tan fácil. Sí, es cierto que quizás no tendremos a nuestros padres todo el día tras nosotros como cuando éramos niños, pero esa enseñanza recibida siempre estará allí presente como una intermitente aconsejando nuestro corazón.


Además, déjame decirte que por muy mayor e independiente que te consideres, aún no has escapado de la disciplina. Sí, puede que a lo mejor no tienes a alguien físico a quien darle explicaciones de tus actos, pero tarde o temprano tendrás que rendirle cuentas a Dios, porque todos compareceremos ante Él algún día. Mientras tanto, Dios tiene su manera de tratar con el hombre, tanto con el impío como con sus hijos. Quien desobedece a lo establecido por Dios y no se arrepiente, le espera un castigo eterno, eso no lo digo yo, lo dice la palabra, la paga del pecado es muerte. Sin embargo, ser hijo de Dios te da un privilegio muy especial, ¿Sabes cuál es? La disciplina. Dice la palabra:


“Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.” Hebreos 12: 5-8.


Me imagino que aquí suenan los grillos al leer esta porción de la escritura, y muchos se preguntarán ¿qué clase de privilegio tiene entonces ser hijo de Dios si me va a hacer sufrir y pasar por pruebas? Será igualmente un castigo! A lo mejor imaginan a Dios como quien se ríe y disfruta cuando pasamos por situaciones difíciles, pero no, Dios no es así. Ningún padre (hombre, mortal, imperfecto) que ame a su hijo se complace en verlo sufrir, cuánto más Dios (Dios, eterno, perfecto). Si has recibido a Cristo como tu Señor y Salvador por medio de la fe, sabrás que Él te ha dado una nueva identidad, eres su hijo, Él es tu padre; y como buen padre Él te va a disciplinar y te va a enseñar a confiar en Él, muchas veces a través de situaciones que desafían tu fe y que no habrías elegido ni en un millón de años; pero por muy duro que parezca, podemos tener confianza de que a los que amamos a Dios todas las cosas obran para bien, esto también lo podemos confirmar en los versos siguientes del mismo capítulo:


“Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos. Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”Hebreos 12: 9-11.


Actualmente, me encuentro pasando por una situación que no es de mi agrado. Me he sentido muchas veces triste y con dudas, y justamente, Dios trajo a mí esta palabra, que en verdad me fortaleció muchísimo, porque después de leerla me puse a meditar y fue como que wow! “Señor, yo tengo mucho que agradecerle a “Piki” jajaja. En serio! Piki es tan sólo un símbolo que engloba toda esa corrección recibida de nuestros padres. En mi caso, no crecí en un hogar propiamente cristiano, pero doy gracias al Señor de que en su infinita misericordia le dio sabiduría a mis padres para que tanto mis hermanos como yo recibiéramos una buena enseñanza de buen ejemplo, amor, humildad y honestidad. Como dije en un principio, más de una vez nos reprendieron por no obedecer, y como dice la palabra, causa tristeza! Llorábamos! y nos parecía injusto cuando nos reprendían, o nos castigaban quitándonos algo que nos gustaba, pero como dice la palabra esa tristeza dura tan sólo un ratico. Ahora que todo pasó entiendo que todo eso tuvo un propósito mucho mayor porque hoy puedo ver esos frutos en mi vida y muy probablemente tú también agradezcas también esa disciplina recibida de tu papá y tu mamá.


Entonces, si podemos ver que la corrección de nuestros padres fue buena, y dio buenos frutos ¿Cuánto más la corrección y la enseñanza de Dios? No fijemos los ojos en la aflicción presente, sino en el resultado; como dice Pablo en su 2da carta a los Corintios 4:17: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente peso de gloria”. La tribulación pasará pero su fruto permanecerá. Es como la mujer que da a luz, quien sufre los dolores de parto, pero una vez que tiene a su hijo en sus brazos, todo ese dolor pasa; y si se le preguntase a esa madre ¿volverías a pasar por ese dolor para tenerlo? ella diría que sí, sin dudar. El fruto de la disciplina del Señor trae gozo, un gozo que no se limita a esta tierra pasajera. Así que no tomemos una actitud rebelde, de por qué a mí, sino una actitud agradecida y sobre todo obediente sabiendo que aunque no entendamos lo que ocurre, todas estas cosas tienen un propósito eterno que nos enseñan a confiar cada vez más en el Señor. Demos gloria a Dios por las cosas que Él permite en nuestras vidas porque en todo somos consolados, porque el muestra su fidelidad, y su amor haciendo de cada situación difícil un trampolín que nos permite ver su gloria y su poder perfeccionándose en nuestras debilidades.

Dios les bendiga!


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